No olvidemos que aún hay tierra, aún hay cielo, mar y
viento; que las tempestades y los buenos climas nos arropan aun encerrados
entre el concreto. No olvidemos que respiramos verde, que nuestra piel aún es
camino de sombras. No nos dejemos atrapar por las falsas paredes. Salgamos del
laberinto a caminar, porque todavía existe la amplitud y en nosotros está el
avanzar. Seguimos corriendo a toda prisa sin llegar a ningún lado, nuestro paso
es valuado como el pedazo de carbón al fuego de la gran máquina en la que nos
hemos encubierto. Ciudades jaula, con espejos para recrearnos, donde piensan y
sienten por nosotros, donde la aventura es suministrada por horarios, comprada
y subastada. No olvidemos que vivir es salir de casa y exponernos. Que no se
coman nuestra vida las constructoras y las televisoras, que no nos pongan a
dieta, que no nos inventen recetas para vivir, porque entonces estaremos
comprando todo lo que ya tenemos o es que ¿ya lo olvidamos? ¿ya lo perdimos?
¿ya no somos parte de este mundo?
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